Uno de los elementos centrales en la Cumbre del Clima en Copenhague, fue el tema de la medición de las emisiones de CO2, y el peso de la contaminación generada por los países tanto industrializados como en desarrollo, con el fin de establecer los mecanismos de control y compensación de dichas emisiones.
Entre las muchas actividades humanas que producen gases de invernadero, el uso de energía representa por mucho, la principal fuente de emisiones. Casi el 80% de las emisiones de gases de invernadero, son resultado de la producción, transformación, manejo y consumo de todos los tipos de energía. Y los modelos de desarrollo económico existentes no contribuyen mucho a mejorar la situación.
El Informe de la Energy International Agency, CO2 emissions from fuel combustion 2009, indica que “la generación de electricidad y calor fue responsable en el 2007 por el 41% del total de emisiones de CO2. Para el 2030, se proyecta que la demanda por electricidad será casi dos veces tan alta como en 2007, impulsada por un rápido crecimiento en la población y los ingresos en los países desarrollados, por el continuo aumento en el número de aparatos eléctricos utilizados en los hogares y edificios comerciales, y por el crecimiento en los procesos impulsados por la electricidad”.
Los datos indican que nuestros patrones de consumo individuales están muy relacionados con el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un estudio realizado por la Universidad de Noruega de Ciencia y Tecnología indica que “a nivel global, el 72% de las emisiones de gas están relacionadas con el consumo en los hogares, 10% al consumo de los gobiernos, y 18% a la inversión. La alimentación contribuye con un 20%, la operación y mantenimiento de los hogares contribuye con un 19% y la mobilidad con 17%. La alimentación y los servicios son más importantes en los países en desarrollo, mientras la mobilidad y
la elaboración de bienes manufacturados aumenta rápidamente con los ingresos y domina la canasta de los países ricos”.
Geográficamente, las emisiones de CO2 a la atmósfera debido a la producción y consumo de energía, se encuentran concentradas China, los Estados Unidos, la Federación Rusa, India y Japón, siendo estos los 5 emisores principales los cuales produjeron juntos el 55% del total de emisiones globales, y el 50% del PIB mundial, comprendiendo un 46% de la población total.
En el caso de Centroamérica y El Caribe, los mayores emisores de CO2 corresponden a Venezuela, Colombia (por mucho las dos mayores economías y los países más poblados de la región) y Trinidad y Tobago (el segundo productor de emisiones de CO2 per cápita, seguido de las Antillas Holandesas). Panamá por su parte, es el mayor productor per cápita de emisiones de CO2 (1.94 toneladas de CO2 anuales por persona) entre los países centroamericanos. El origen de estas emisiones proviene principalmente de las actividades de producción de electricidad (612 kg de CO2 per cápita) y del tranporte (872 kg).
Los datos indican que hay un límite tolerable para el crecimiento de estas emisiones, y que un cambio en la forma en que generamos y utilizamos la energía son necesarios. Mayor eficiencia en la construcción y uso de la energía en los hogares, uso de automóviles (más livianos, con motores más pequeños) y sistemas de transporte público más eficientes, desarrollo de la capacidad para generar energía a partir de fuentes alternativas (solar, eólica, biocombustibles), y una progresiva disminución de la dependencia de los combustibles fósiles, se encuentran entre alguna de las medidas que debemos tomar para disminuir la huella de carbono, el aporte que realizamos a la contaminación y al aumento de las temperaturas globales.
Software y metodología: el software utilizado para la generación del mapa es Manifold GIS. Los gráficos fueron elaborados utilizando OpenOffice. La escala de colores corresponde a la Color Brewer CB Reds 9.