Noviembre de 2005 marca la fecha de ‘la rebelión popular más grave’ en Francia desde las revueltas de mayo de 1968. De acuerdo con el artículo, ‘Frenche Urban Unrests’ del académico Fabien Jorbard, investigador del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre Derecho e Instituciones Penales (Cesdip), “los disturbios de 2005 se extendieron por casi todo el territorio nacional, incluidas algunas ciudades pequeñas y pacíficas en áreas mucho menos urbanizadas. Después de 20 días, 10.000 automóviles desaparecieron en llamas, las compañías de seguros registraron daños por valor de 200 millones de euros y 250 edificios públicos resultaron dañados”.
La génesis de estos disturbios surgió en sectores marginados conocidos como los banlieue. Marc Angélil y Cary Siress, investigadores de ETH en Zurich, Suiza, “banlieue, es una palabra derivada de bannir, mettre au ban, es decir, excluir o desterrar. Las banlieues han sido el lugar de las afueras de la capital donde el reino envía a su población no deseada. El término se refiere a un cinturón de barrios residenciales que rodean el centro de la ciudad (…). Banlieue se ha convertido en un eufemismo peyorativo para barrios con proyectos de viviendas para personas de bajos ingresos, predominantemente para familias inmigrantes, que se caracterizan por una pobreza, desempleo y violencia generalizados”.