La mayoría de los panameños tenemos la percepción de que Panamá es un país en el que no ocurren desastres o que estamos a salvo de ellos. Las inundaciones ocurridas el año pasado y los incendios ocurridos durante lo que va de este año, nos recuerdan de que esta percepción no es real y de que si estamos expuestos y sufriendo los efectos de estos desastres.
Según el Estudio Sitios Importantes para Desastres Naturales realizado por el Banco Mundial, Panamá se encuentra en la posición no 14 entre los países más expuestos a múltiples amenazas, detrás de países como El Salvador (12) y por encima de Nicaragua (15). Panamá tiene un 15% de su territorio expuesta a desastres y el 12% de su población vulnerable a dos o más amenazas. Buena parte de esta población expuesta es también la más pobre y la que vive en condiciones más precarias. El crecimiento desordenado, la falta de mecanismos de planificación del desarrollo y el bajo cumplimiento de las regulaciones sobre construcción y uso de suelo son algunos de los factores señalados como agravantes de la vulnerabilidad del país a los desastres.
La percepción de que los desastres no ocurren en Panamá se deriva en gran medida del hecho de que estos ocurren en pequeña escala y como eventos cotidianos. Algo que los estudiosos del tema llaman, Riesgo Extensivo, que es cuando se da “una exposición geográficamente dispersa de poblaciones y activos económicos vulnerables expuestos a amenazas de intensidad baja o moderada”.
La infografía que a continuación se presenta, permite ver la relación entre la ocurrencia de desastres y el impacto de los mismos en la población durante el período 1990- 2013. Los datos son tomados de Desinventar, una base de datos que alimenta el SINAPROC en la cual se mantiene el registro de estos eventos a nivel nacional.